La editorial nos envía un documento que contiene virus. Ellos cuentan con recursos y profesionales para minimizar la posibilidad de que eso suceda. Pero cuando de todas maneras pasa, al menos a mí nunca jamás nadie me ofreció resarcirme de algún modo por los contratiempos o el daño causado.
Nosotros le enviamos a la editorial un documento que contiene virus. Respuesta políticamente correcta de la editorial: «No es tan grave, no te preocupes». Realidad: automáticamente nos convertiremos en parias y no conseguiremos trabajo nunca jamás, ni siquiera en editoriales hispanas de Filipinas.
El Norton más confiable es el malbec
Curiosamente, el Norton que más nos tranquilizará ante los virus informáticos no es el más nuevo, el más actualizado, el «Norton 2017 Deluxe». Paradojas de la vida y de la edición, el único que nos aportará calma será el más longejo que permita nuestra billetera, recomiendo el «Norton 2013 Malbec».
Mantener actualizado un antivirus 100% seguro es una quimera. No existe. El mejor Norton será viejo el mes que viene. Podemos activar siete antivirus juntos, pero tarde o temprano el sistema inmunológico de nuestra computadora será engañado. Si les sucede a las grandes editoriales, ¿cómo evitarlo nosotros?
Para todos aquellos que tenemos a la computadora como principal herramienta de trabajo, reducir a cero los virus puede transformarse en una paranoia ya que los queridos hackers suelen ser harto creativos para que mordamos el anzuelo virtual con alguna estratagema que invita al clic de la fatalidad.
Corte Suprema de Yahoosticia
Pero una vez infectados, ¿cómo dirimir el asunto? ¿Quién es culpable? ¿Quién responsable? Entre tantos vacíos legales, cada uno los llena con las experiencias que va viviendo. Las nuevas tecnologías virtuales nos enfrentan a dilemas éticos y morales que acaban por obligarnos a «encriptar» nuestra opinión al respecto para que no arda Troya.
Pero lo cierto es que el clic más inocente de una perezosa mañana de lunes puede inocular un troyano en cualquier computadora. Si es la mía, alcanzará con una simple disculpa. Si se trata de la de una editorial con la que trabajo, quedaré a merced de la Yahoosticia (no tan divina) y seré citado a declarar ante la Corte Suprema. Será injusticia.