El próximo 3 de septiembre saldrá a la venta —publicado por Trama Editorial de España— un libro singularísimo, llamado a redescubrir, rediscutir y desentrañar eso que llaman «edición española del último medio siglo». Aunque casi nadie lo sepa, su autor (que se llama a sí mismo «personaje secundario») fue el artífice de una parte del halo de prestigio de aquel fenómeno editorial que en Argentina considerábamos «de lo más progre» en aquellos salvajemente bellos años ochenta y siguientes. Se llamaba Editorial Amalgama, o algo así, pero lo cierto es que Enrique Murillo supo amalgamar como nadie aquella aleación primigenia que hizo posible toda una nueva Tabla Periódica de los Editores.
Murillo es el eslabón perdido del mundo editorial español. Era hora de que algún arqueólogo cavara profundo para desenterrar verdades ocultas por varias capas tectónicas de metaloides, egolatrías y Hogueras de las vanidades (por cierto traducidas por un tal E. M.). La fortuna es que en este libro es el mismísimo Enrique quien cuenta de primera mano ese «revés de la trama» que hace aflorar la roca madre de lo que fue el panorama editorial español desde 1969 hasta hoy, sobre todo en aquellos gloriosos años ochenta en que ciertas editoriales se convirtieron en buques insignia de la progresía editorial.
Resultó ser que varios «personajes principales» fueron en realidad simples fachadas, y que el «personaje secundario» —editor, periodista, traductor, descubridor de talentos, scout, asesor y «tantasotrascosasmás que nunca fueron debidamente pagadas»— ahora cuenta cómo sucedieron realmente los hechos. Tanto en esa área literaria como, luego, en «Babelia» (que él fundó) y las tres grandes multinacionales para las que trabajó durante casi 15 años (Plaza & Janés, Planeta y Alfaguara), dedicado a salvar empresas hundidas por los excesos de devoluciones, los excesos de ciertos ejecutivos, pese a su poderío, que hacían aguas por todos lados. Y, de paso, denuncia muchas de las malas prácticas empresariales, el engaño respecto a las ventas, las trampas de los premios, el trato miserable que reciben los miles de externos que hacen el trabajo editorial por unas monedas. A partir de todo lo cual, uno no solo debe replantearse el mundo editorial, sino muchas grandes preguntas de la condición humana, del poder, de la nobleza declamada y de la Nobleza genuina de los seres humanos.
Murillo es para mí el «Barón Rampante» de la edición española —el barón Cosimo—, que se instaló en la copa de los árboles desarrollando una vida llena de aventuras, aprendizaje, idiomas, amistad, viajes y muchos libros. Su nobleza hizo que jamás volviese a pisar la tierra, aunque eso no evitó que más de una vez lo hicieran morder el polvo. Pero nada de eso, ni siquiera el Barón Arminio y su obsesión por el «qué dirán», impidieron que Murillo convirtiese su utopía en realidad. Y de eso nos beneficiamos infinidad de lletraferits de todas las latitudes.
Todo esto lo convierte en un tipo inefable, como este libro que refleja su esencia. Un volumen que maduró 56 años de historia española (y personal) sin denunciar ni acusar a nadie de los atropellos de los que fue objeto, porque él estaba absolutamente concentrado disfrutando de ese inconmensurable e infinito viaje de eterno descubrimiento que fue y es su vida: detectar talentos, hacerlos conocer y «Enrique-Ser» este mundo para que todos disfrutemos de tantísimos autores que él descubrió para nosotros (en nombre de otros que se llevaron el precio). Enrique eligió el Valor, y este libro da cuenta de eso.
Querido y admirado «Lince», tu estirpe y tu nobleza resultaron un verdadero faro para mí cuando te conocí en Barcelona, y yo deambulaba sin dinero, sin papeles y sin red por «La Sagrada Familia Editorial» procurando edificar mi propia utopía personal. Ahora que hemos construido esta invaluable trama llamada «amistad», quiero que sepas que te abrazo, te agradezco y te saludo desde Argentina con el deseo (y la convicción) de que este libro tenga el destino que merece, y que muchos sepan captar, capitalizar y disfrutar su esencia, que es la tuya.
Julián Chappa
P. D.: Ojalá tu libro llegue a Buenos Aires, donde te aseguro late una «inmensa minoría» de admiradores de tu talento y generosidad sin parangón. ¡Gracias!







