Del latín editio, -ōnis, y este der. de edĕre «hacer salir», «parir», «publicar».

Comencé a estudiar la carrera de Edición en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1996, en la cerrada curva final del siglo pasado. Desde entonces han transcurrido casi treinta años, en los que se produjeron profundos cambios en el mundo en general y en la sociedad argentina en particular, pero hubo un cambio que a mi criterio fue el más relevante y el que más (y mejores) consecuencias tiene —y sobre todo tendrá— en nuestra cultura: el imparable avance de las mujeres.

Cuando ingresé a la UBA, me atrevo a decir que la proporción de mujeres y hombres en las aulas de mi querida facultad de «Filo», a ojo de buen cubero, estaba más o menos equilibrada. En cualquier caso, de lo que estoy seguro es que no éramos más varones que chicas. Hoy, en 2026, no me sorprende —aunque sí me maravilla— que haya una abrumadora mayoría femenina.

Si hay un ámbito en que se vean reflejados los mayores avances de la sociedad argentina es precisamente en la carrera de Edición. Hoy, más que nunca, el género de la carrera es literal y metafóricamente femenino: «la» edición. Celebro esa evolución, de hecho creo que las mujeres son mejores editoras, ya que —en mi opinión, avalada por 26 años de experiencia profesional— el cuidado por el detalle, la meticulosidad, la empatía y el amor por las cosas bien hechas tiene más que ver con la sensibilidad femenina. Siempre lo pensé, ahora lo confirmo porque me lo confirma la realidad.

En el plano personal, no resulta casual que siempre haya buscado colaboradoras mujeres cuando necesito delegar alguna tarea de corrección, edición o diseño. Naturalmente, me entiendo (mucho) mejor con las féminas, y estoy convencido que el futuro de la edición es radical, pasional y rabiosamente femenino.

Celebro que este hecho constatable del mundo editorial constituya la más prístina cristalización de ciertos fenómenos que en otros ámbitos de la sociedad a los hombres tanto nos cuesta aceptar, acompañar y cambiar. El futuro de la edición argentina estará —de hecho, ya lo está— mayoritariamente en manos femeninas, por tanto valga aquí mi tributo, agradecimiento y admiración por todas esas mujeres que forjaron y hoy encarnan este merecido género predominante: «la» edición.

Julián Chappa

P. D.: Ya nos lo advertía su genealogía, «edición» es «hacer salir», «parir», «publicar». Resulta lógico que el «trabajo de parto» editorial sea ejercido mayoritariamente por mujeres. ¿O acaso no son mujeres todas las «parteras»? Urge parir un mundo mejor, comencemos por el mundo editorial.

FacebooktwitterpinterestlinkedinFacebooktwitterpinterestlinkedin